Sistemas Tecnologicos
lunes, 23 de mayo de 2016
miércoles, 18 de mayo de 2016
eoría crítica de la tecnología*
Andrew Feenberg (feenberg@sfu.ca)
Simon Fraser University, Canadá
Este artículo resume los aspectos centrales de la filosofía de la tecnología de Andrew Feenberg y la ilustra con ejemplos del mundo de la informática. Según esta propuesta, la cuestión central de la filosofía de la tecnología es la preeminencia de la administración tecnocrática y la amenaza que ésta plantea para el completo ejercicio de la agencia humana. El análisis de esta cuestión se lleva a cabo desde la teoría de la instrumentalización, elaboración que se nutre críticamente tanto de comprensiones provenientes de la filosofía de la tecnología esencialista así como del constructivismo de historiadores y sociológicos.
Palabras clave: Tecnocracia; Instrumentalización; Código técnico; Resistencia.
This article summarizes the key aspects of Andrew Feenberg's philosophy of technology, and illustrates it with examples from the world of computerization. According to this proposal, the central issue of philosophy of technology is the preeminence of technocratic administration and the threat that it poses for a full performance of human agency. The analysis of this issue is carried out in terms of the instrumentalization theory, an approach critically nourished both of insights coming from essentialist philosophy of technology and constructivism of historians and sociologists.
Key words: Technocracy; Instrumentalization; Technical code; Resistance.
1. Tecnología y finitud
¿Qué es lo que hace a la acción técnica diferente a otras relaciones con la realidad? Esta pregunta es respondida, a menudo, mediante nociones tales como eficiencia y control, que son ellas mismas internas al abordaje técnico del mundo. Juzgar a una acción como más o menos eficiente es ya haber determinado que es técnica y que es, por lo tanto, un objeto apropiado para tal juicio. Asimismo, el concepto de control implicado en la técnica es "técnico" y, de ese modo, no es un criterio distintivo. Existe una tradición en la filosofía de la tecnología que resuelve este problema invocando el concepto de "dominación impersonal", hallado por primera vez en la descripción de Marx del capitalismo. Esta tradición, asociada con Heidegger y la Escuela de Frankfurt, resulta demasiado abstracta para satisfacernos actualmente, si bien identifica una característica extraordinaria de la acción técnica (Feenberg, 2004). Formulo esta característica en términos de sistemas teoréticos, distinguiendo la situación de un actor finito de la de un actor hipotéticamente infinito, capaz de un "hacer desde ningún lugar".1 Este último puede actuar sobre su objeto sin reciprocidad. Dios crea el mundo sin sufrir ningún retroceso ni efectos colaterales. Se trata de la última instancia de jerarquía práctica que establece una relación en un solo sentido entre actor y objeto. Pero no somos dioses. Los seres humanos pueden actuar solamente en un sistema al cual ellos mismos pertenecen. Esta es la relevancia práctica de la corporeidad. En consecuencia, cada una de nuestras intervenciones vuelve a nosotros de alguna forma como un feedback de nuestros objetos. Esto es obvio en la comunicación cotidiana, en cuyo marco generalmente el enojo convoca al enojo, la cortesía a la cortesía, etcétera.
La acción técnica representa un escape parcial a la condición humana. Llamamos "técnica" a una acción cuando el impacto sobre el objeto está fuera de toda proporción con el feedback que afecta al actor. Nos lanzamos dentro de dos toneladas de metal por la autopista, sentados confortablemente mientras escuchamos a Mozart o a los Beatles. Este típico caso de acción técnica se expone aquí con la intención de escenificar la independencia del actor con respecto al objeto. En un esquema de cosas más amplio, el conductor que va por la autopista puede hallarse apaciblemente en su auto, aunque la ciudad que habita con otros millones de conductores es su entorno vital, y el automóvil la modela como un tipo de lugar con grandes impactos sobre él. Así, en definitiva, el sujeto técnico no escapa a la lógica de la finitud. Sin embargo, la reciprocidad de la acción finita está disipada o diferida de modo tal de crear el espacio para la necesaria ilusión de trascendencia.
Heidegger y Marcuse entienden esta ilusión como la estructura de la experiencia moderna. De acuerdo con la historia del ser de Heidegger, la moderna "revelación" está sesgada por una tendencia a tomar cada objeto como una materia prima potencial para la acción técnica. Los objetos entran en nuestra experiencia sólo en la medida en que nos fijamos en su utilidad dentro del sistema tecnológico. La liberación con respecto a esta forma de experiencia puede provenir de un nuevo modo de revelación, pero Heiddeger no tiene idea de cómo las revelaciones aparecen y desaparecen.
Al igual que Marcuse, yo no relaciono la revelación tecnológica con la historia del ser, sino con las consecuencias de las divisiones que persisten entre las clases y entre los dominadores y los dominados en todo tipo de instituciones técnicamente mediadas. La tecnología puede ser y es configurada de un modo tal que reproduce el dominio de pocos sobre muchos. Es una posibilidad inscripta en la propia estructura de la acción técnica, que establece una relación unidireccional entre causa y efecto.
La tecnología es un fenómeno con dos caras: por un lado el operador, por el otro el objeto. Allí donde el operador y el objeto son seres humanos, la acción técnica es un ejercicio de poder. Más aún: allí donde la sociedad está organizada en torno a la tecnología, el poder tecnológico es la principal forma de poder social, realizado a través de diseños que estrechan el rango de intereses y preocupaciones que pueden ser representados por el funcionamiento normal de la tecnología y las instituciones dependientes de ella. Este estrechamiento deforma la estructura de la experiencia y es causa de sufrimiento humano y de daños al medio ambiente natural.
El ejercicio del poder técnico concita resistencias de un nuevo tipo, inmanentes al sistema técnico unidimensional. Los excluidos del proceso de diseño finalmente toman nota de las consecuencias indeseables de las tecnologías y protestan. Abrir la tecnología a una gama más amplia de intereses y preocupaciones podría llevar a su rediseño, para hacerla más compatible con los límites humanos y naturales relativos a la acción técnica. Una transformación democrática desde abajo puede acortar los ciclos de feedback provenientes de las deterioradas vidas humanas y la naturaleza y liderar una reforma radical de la esfera técnica.
2. Teoría de la instrumentalización
Gran parte de la filosofía de la tecnología ofrece relatos muy abstractos y ahistóricos sobre la esencia de la tecnología. Tales relatos parecen dolorosamente magros comparados con la rica complejidad que se revela en los estudios sociales de la tecnología. Ésta, sin embargo, posee las características distintivas esbozadas arriba, que tienen implicancias normativas. Como Marcuse argumentó en El hombre unidimensional, la elección de una solución técnica, en lugar de política o moral, para un problema social es política y moralmente significativa. El dilema está agudamente tallado en términos políticos. La mayor parte de la filosofía de la tecnología esencialista es crítica hacia la modernidad, incluso antimoderna, mientras que la mayor parte de la investigación empírica sobre tecnologías ignora la cuestión amplia de la modernidad y, así, aparece como acrítica, incluso conformista, para los filósofos de la tecnología (Feenberg, 2003).
Hallo difícil explicar mi solución a este dilema, ya que traspasa líneas más allá de las cuales no estamos acostumbrados a adentrarnos. Estas líneas separan completamente la crítica sustantivista de la tecnología, tal como la encontramos en Heidegger, del constructivismo de muchos historiadores y sociólogos contemporáneos. Por lo general, se ve a tales abordajes como totalmente opuestos. Sin embargo, en ambos hay algo que es obviamente correcto. Por lo tanto, he intentado combinar sus insights en un marco común al que llamo "teoría de la instrumentalización".
La teoría de la instrumentalización sostiene que la tecnología debe ser analizada en dos niveles: el nivel de nuestra original relación funcional con la realidad y el nivel del diseño y la implementación. En el primer nivel buscamos y encontramos saliencias (affordances) que puedan ser movilizadas en mecanismos y sistemas mediante la descontextualización de objetos de la experiencia y la reducción de los mismos a sus propiedades usables. Esto involucra un proceso de des-mundanización (Entweltlichung), por el cual los objetos son arrancados de sus contextos originales y expuestos al análisis y la manipulación, mientras los sujetos se posicionan para un control a distancia. Las sociedades modernas son únicas en la des-mundanización de los seres humanos, para sujetarlos a la acción técnica -lo que llamamos gerenciamiento- y en la prolongación teórica del gesto básico de la des-mundanización en disciplinas técnicas que se convierten en las bases de redes técnicas complejas.
En el segundo nivel introducimos diseños que pueden ser integrados con otros mecanismos y sistemas ya existentes y con diversas constricciones sociales, tales como los principios éticos y estéticos. El nivel primario simplifica los objetos para su incorporación en un mecanismo, mientras que el nivel secundario integra los objetos simplificados en un entorno natural y social. Esto involucra un proceso que, siguiendo a Heidegger, podemos llamar "desvelamiento" o "revelación" de un mundo. El desvelamiento involucra un proceso complementario de realización que califica a la funcionalización original mediante su orientación hacia un nuevo mundo que involucra a esos mismos objetos y sujetos.
Estos dos niveles están analíticamente distinguidos. No importa cuán abstractas sean las saliencias (affordances) identificadas en el nivel primario, ellas portan un contenido social del nivel secundario que se muestra en las contingencias elementales de un abordaje particular sobre los materiales. De manera similar, instrumentalizaciones secundarias tales como las especificaciones de diseño presuponen la identificación de las saliencias (affordances) que han de ser ensambladas y concretizadas. Estamos ante un punto importante. Derribar un árbol para extraer de él madera y construir una casa con ella no son las respectivas instrumentalizaciones primaria y secundaria. Derribar un árbol lo "descontextualiza", pero de acuerdo con diversas consideraciones técnicas, legales y estéticas que determinan qué tipos de árboles pueden convertirse en madera vendible de un cierto tamaño y forma. El acto de derribar un árbol no es, en este sentido, simplemente "primario", sino que involucra ambos niveles, como se podría suponer de una distinción analítica.
La teoría se complica, no obstante, por la naturaleza peculiar de las sociedades modernas y diferenciadas. Algunas de las funciones de la instrumentalización secundaria se distinguen de modo institucional, más que analítico. Así, la función estética, una importante instrumentalización secundaria, puede ser segmentada dentro de una "división de diseño" de una corporación. De este modo, los artistas pueden, hasta cierto grado, trabajar sobre el producto independientemente de los ingenieros. La separación parcial de los niveles de instrumentalización promueve la creencia de que éstos son completamente distintos. Esto opaca la naturaleza social de cada acto técnico, incluyendo el trabajo de los ingenieros liberado de consideraciones estéticas, si no de muchas otras influencias sociales, por su entorno corporativo.
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