eoría crítica de la tecnología*
Andrew Feenberg (feenberg@sfu.ca)
Simon Fraser University, Canadá
Este
artículo resume los aspectos centrales de la filosofía de la
tecnología de Andrew Feenberg y la ilustra con ejemplos del mundo de la
informática. Según esta propuesta, la cuestión central de la filosofía
de la tecnología es la preeminencia de la administración tecnocrática y
la amenaza que ésta plantea para el completo ejercicio de la agencia
humana. El análisis de esta cuestión se lleva a cabo desde la teoría de
la instrumentalización, elaboración que se nutre críticamente tanto de
comprensiones provenientes de la filosofía de la tecnología
esencialista así como del constructivismo de historiadores y
sociológicos.
Palabras clave: Tecnocracia; Instrumentalización; Código técnico; Resistencia.
This
article summarizes the key aspects of Andrew Feenberg's philosophy of
technology, and illustrates it with examples from the world of
computerization. According to this proposal, the central issue of
philosophy of technology is the preeminence of technocratic
administration and the threat that it poses for a full performance of
human agency. The analysis of this issue is carried out in terms of the
instrumentalization theory, an approach critically nourished both of
insights coming from essentialist philosophy of technology and
constructivism of historians and sociologists.
Key words: Technocracy; Instrumentalization; Technical code; Resistance.
1. Tecnología y finitud
¿Qué
es lo que hace a la acción técnica diferente a otras relaciones con la
realidad? Esta pregunta es respondida, a menudo, mediante nociones
tales como eficiencia y control, que son ellas mismas internas al
abordaje técnico del mundo. Juzgar a una acción como más o menos
eficiente es ya haber determinado que es técnica y que es, por lo
tanto, un objeto apropiado para tal juicio. Asimismo, el concepto de
control implicado en la técnica es "técnico" y, de ese modo, no es un
criterio distintivo. Existe una tradición en la filosofía de la
tecnología que resuelve este problema invocando el concepto de
"dominación impersonal", hallado por primera vez en la descripción de
Marx del capitalismo. Esta tradición, asociada con Heidegger y la
Escuela de Frankfurt, resulta demasiado abstracta para satisfacernos
actualmente, si bien identifica una característica extraordinaria de
la acción técnica (Feenberg, 2004). Formulo esta característica en
términos de sistemas teoréticos, distinguiendo la situación de un
actor finito de la de un actor hipotéticamente infinito, capaz de un
"hacer desde ningún lugar".1
Este último puede actuar sobre su objeto sin reciprocidad. Dios crea
el mundo sin sufrir ningún retroceso ni efectos colaterales. Se trata
de la última instancia de jerarquía práctica que establece una relación
en un solo sentido entre actor y objeto. Pero no somos dioses. Los
seres humanos pueden actuar solamente en un sistema al cual ellos
mismos pertenecen. Esta es la relevancia práctica de la corporeidad.
En consecuencia, cada una de nuestras intervenciones vuelve a nosotros
de alguna forma como un feedback de nuestros objetos. Esto es obvio
en la comunicación cotidiana, en cuyo marco generalmente el enojo
convoca al enojo, la cortesía a la cortesía, etcétera.
La
acción técnica representa un escape parcial a la condición humana.
Llamamos "técnica" a una acción cuando el impacto sobre el objeto está
fuera de toda proporción con el feedback que afecta al actor.
Nos lanzamos dentro de dos toneladas de metal por la autopista,
sentados confortablemente mientras escuchamos a Mozart o a los Beatles.
Este típico caso de acción técnica se expone aquí con la intención de
escenificar la independencia del actor con respecto al objeto. En un
esquema de cosas más amplio, el conductor que va por la autopista puede
hallarse apaciblemente en su auto, aunque la ciudad que habita con
otros millones de conductores es su entorno vital, y el automóvil la
modela como un tipo de lugar con grandes impactos sobre él. Así, en
definitiva, el sujeto técnico no escapa a la lógica de la finitud. Sin
embargo, la reciprocidad de la acción finita está disipada o diferida
de modo tal de crear el espacio para la necesaria ilusión de
trascendencia.
Heidegger
y Marcuse entienden esta ilusión como la estructura de la experiencia
moderna. De acuerdo con la historia del ser de Heidegger, la moderna
"revelación" está sesgada por una tendencia a tomar cada objeto como una
materia prima potencial para la acción técnica. Los objetos entran en
nuestra experiencia sólo en la medida en que nos fijamos en su utilidad
dentro del sistema tecnológico. La liberación con respecto a esta
forma de experiencia puede provenir de un nuevo modo de revelación,
pero Heiddeger no tiene idea de cómo las revelaciones aparecen y
desaparecen.
Al
igual que Marcuse, yo no relaciono la revelación tecnológica con la
historia del ser, sino con las consecuencias de las divisiones que
persisten entre las clases y entre los dominadores y los dominados en
todo tipo de instituciones técnicamente mediadas. La tecnología puede
ser y es configurada de un modo tal que reproduce el dominio de pocos
sobre muchos. Es una posibilidad inscripta en la propia estructura de
la acción técnica, que establece una relación unidireccional entre
causa y efecto.
La
tecnología es un fenómeno con dos caras: por un lado el operador, por
el otro el objeto. Allí donde el operador y el objeto son seres humanos,
la acción técnica es un ejercicio de poder. Más aún: allí donde la
sociedad está organizada en torno a la tecnología, el poder tecnológico
es la principal forma de poder social, realizado a través de diseños
que estrechan el rango de intereses y preocupaciones que pueden ser
representados por el funcionamiento normal de la tecnología y las
instituciones dependientes de ella. Este estrechamiento deforma la
estructura de la experiencia y es causa de sufrimiento humano y de daños
al medio ambiente natural.
El
ejercicio del poder técnico concita resistencias de un nuevo tipo,
inmanentes al sistema técnico unidimensional. Los excluidos del proceso
de diseño finalmente toman nota de las consecuencias indeseables de las
tecnologías y protestan. Abrir la tecnología a una gama más amplia de
intereses y preocupaciones podría llevar a su rediseño, para hacerla
más compatible con los límites humanos y naturales relativos a la
acción técnica. Una transformación democrática desde abajo puede
acortar los ciclos de feedback provenientes de las deterioradas vidas humanas y la naturaleza y liderar una reforma radical de la esfera técnica.
2. Teoría de la instrumentalización
Gran parte de la filosofía de la tecnología ofrece relatos muy
abstractos y ahistóricos sobre la esencia de la tecnología. Tales
relatos parecen dolorosamente magros comparados con la rica complejidad
que se revela en los estudios sociales de la tecnología. Ésta, sin
embargo, posee las características distintivas esbozadas arriba, que
tienen implicancias normativas. Como Marcuse argumentó en El hombre unidimensional,
la elección de una solución técnica, en lugar de política o moral,
para un problema social es política y moralmente significativa. El
dilema está agudamente tallado en términos políticos. La mayor parte de
la filosofía de la tecnología esencialista es crítica hacia la
modernidad, incluso antimoderna, mientras que la mayor parte de la
investigación empírica sobre tecnologías ignora la cuestión amplia de la
modernidad y, así, aparece como acrítica, incluso conformista, para
los filósofos de la tecnología (Feenberg, 2003).
Hallo
difícil explicar mi solución a este dilema, ya que traspasa líneas más
allá de las cuales no estamos acostumbrados a adentrarnos. Estas líneas
separan completamente la crítica sustantivista de la tecnología, tal
como la encontramos en Heidegger, del constructivismo de muchos
historiadores y sociólogos contemporáneos. Por lo general, se ve a
tales abordajes como totalmente opuestos. Sin embargo, en ambos hay
algo que es obviamente correcto. Por lo tanto, he intentado combinar
sus insights en un marco común al que llamo "teoría de la instrumentalización".
La
teoría de la instrumentalización sostiene que la tecnología debe ser
analizada en dos niveles: el nivel de nuestra original relación
funcional con la realidad y el nivel del diseño y la implementación. En
el primer nivel buscamos y encontramos saliencias (affordances)
que puedan ser movilizadas en mecanismos y sistemas mediante la
descontextualización de objetos de la experiencia y la reducción de los
mismos a sus propiedades usables. Esto involucra un proceso de
des-mundanización (Entweltlichung), por el cual los objetos son
arrancados de sus contextos originales y expuestos al análisis y la
manipulación, mientras los sujetos se posicionan para un control a
distancia. Las sociedades modernas son únicas en la des-mundanización
de los seres humanos, para sujetarlos a la acción técnica -lo que
llamamos gerenciamiento- y en la prolongación teórica del gesto básico
de la des-mundanización en disciplinas técnicas que se convierten en
las bases de redes técnicas complejas.
En
el segundo nivel introducimos diseños que pueden ser integrados con
otros mecanismos y sistemas ya existentes y con diversas constricciones
sociales, tales como los principios éticos y estéticos. El nivel
primario simplifica los objetos para su incorporación en un mecanismo,
mientras que el nivel secundario integra los objetos simplificados en
un entorno natural y social. Esto involucra un proceso que, siguiendo a
Heidegger, podemos llamar "desvelamiento" o "revelación" de un mundo.
El desvelamiento involucra un proceso complementario de realización que
califica a la funcionalización original mediante su orientación hacia
un nuevo mundo que involucra a esos mismos objetos y sujetos.
Estos dos niveles están analíticamente distinguidos. No importa cuán abstractas sean las saliencias (affordances)
identificadas en el nivel primario, ellas portan un contenido social
del nivel secundario que se muestra en las contingencias elementales de
un abordaje particular sobre los materiales. De manera similar,
instrumentalizaciones secundarias tales como las especificaciones de
diseño presuponen la identificación de las saliencias (affordances)
que han de ser ensambladas y concretizadas. Estamos ante un punto
importante. Derribar un árbol para extraer de él madera y construir una
casa con ella no son las respectivas instrumentalizaciones
primaria y secundaria. Derribar un árbol lo "descontextualiza", pero de
acuerdo con diversas consideraciones técnicas, legales y estéticas que
determinan qué tipos de árboles pueden convertirse en madera vendible
de un cierto tamaño y forma. El acto de derribar un árbol no es, en
este sentido, simplemente "primario", sino que involucra ambos niveles,
como se podría suponer de una distinción analítica.
La
teoría se complica, no obstante, por la naturaleza peculiar de las
sociedades modernas y diferenciadas. Algunas de las funciones de la
instrumentalización secundaria se distinguen de modo institucional, más
que analítico. Así, la función estética, una importante
instrumentalización secundaria, puede ser segmentada dentro de una
"división de diseño" de una corporación. De este modo, los artistas
pueden, hasta cierto grado, trabajar sobre el producto
independientemente de los ingenieros. La separación parcial de los
niveles de instrumentalización promueve la creencia de que éstos son
completamente distintos. Esto opaca la naturaleza social de cada acto
técnico, incluyendo el trabajo de los ingenieros liberado de
consideraciones estéticas, si no de muchas otras influencias sociales,
por su entorno corporativo.
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